11/03/2007

“La Asfixia”

Por: Andrea Alvarado Cornejo

Ese día, Julián se sintió un poco peor que todos los anteriores, estaba completamente agotado y si cerraba los parpados una vez más, sin duda caería completamente dormido sobre su pupitre.

El profesor continuaba hablando y alabando a la misma alumna que, paraba por un momento, sorbía un poco de aire y luego continuaba farfullando más palabras inútiles, términos absurdamente rebuscados, basura oral.
Las palabras salían de su boca con forma y todo, tocaban la nada, rozaban el aire e inmediatamente se desintegraban, las cenizas caían sobre el piso de madera.

La alumna continuaba leyendo su investigación, Julián se paro y pidió permiso para ir al baño, le fue negado, se sentó rápidamente y la clase rió un poco, siempre le hacían eso.

Pasó un rato y estuvo a punto de levantarse, pero el profesor lo anticipo.

–Aún no, espere a que vuelva su compañero.

Listo, ahora Julián solo debía esperar 4 minutos exactos o menos.
León se asomo por la puerta, entonces automáticamente Julián se paro y salió por la misma puerta antes que León se sentara.

Recorrió el pasillo, el aire que circulaba era frió, denso como si anticipase algo terrible por suceder…

Entro al baño con la intención de dirigirse hacia el lavabo para refrescarse la cara, pero se quedo a mitad del camino…estático, sus ojos no podían contener la escena y su cerebro no podía procesarlo tampoco.
De repente le falto el aire, todo a su alrededor le dio vueltas, cayo para atrás y fue entonces cuando una horrible sensación de asfixia lo invadió por completo.

Entonces fue que se percataron de su presencia, el permaneció un segundo sentado con las manos hacia atrás (la posición en la que se había caído) observándolos…luego una ira o un miedo terrible lo impulsaron a pararse rápidamente, trastabillo un poco y huyo del baño.

–Julián… ¡espera!
Mientras corría a través de los pasillos un par de lágrimas lograron brotarle y deslizarse por sus mejillas, se hallaba confundido y profundamente adolorido, se negaba todo axial mismo y se repetía mil veces:

–Claro… ¡qué imbécil! Eres un estúpido… ¡tremendo estúpido!
Llegó a la clase, se limpió el rostro con las mangas y trató de poner una expresión despreocupada.

Le funcionó, nadie se fijo en el ni en lo más mínimo, se sentó en su pupitre y trato de sonreírle al profesor… pero su cabeza era un desastre… trato de prestar atención…pero no podía, su nerviosismo al comenzar el día se había convertido en un tormentoso pánico.
Llego a punto en el que se produjo un estallido… el punto de ebullición donde otra vez todo daba vueltas, no podía respirar, se sentía débil la terrible sensación de asfixia lo agobiaba… más débil…estuvo a punto de caer del pupitre; su compañero de atrás le tomo el hombro.

– ¿Estás bien?
–Yo…
Entonces Julián colapso y toda la clase permaneció en silencio.


Julián como de costumbre se había quedado después de clases a practicar basquetball, el eco de los botes, la gran cancha desierta y completamente solitaria le daban a Julián una extraña sensación de paz.

pssst.

Otra canasta, Julián se estaba entusiasmando, había mejorado su técnica y ya ni recordaba el motivo de su casi-muerte.
Hasta que apareció Sam.
Sam, un chico apuesto, más alto que Julián, un poco mejor que él en todo
Pero ese “poco” significaba demasiado.

–Julián…
Julián continúo encestando.
–Julián por favor ¡escúchame!
Julián en ese momento sintió deseos de proferirle las más obscenas y humillantes groserías, incluso de arrancarle la cabeza al tirarle la pelota en la cara. Pero se contuvo.
–Julián…
– ¿Qué quieres?
–Veras,… respecto a lo del baño hoy…
–Sam por favor no me obligues a hacer algo que no quiero.
–Tú no entiendes… ¡no sabes como fue!
– ¡Ni tampoco deseo saberlo!
–Yo…
–Tú… eres un traidor inmundo…la peor mierda ¡¿me oíste?!
–No me llames así…
– ¡Vete al diablo samy!... ¡váyanse los dos!
– ¡No sabes lo que pasó!...no fue mi culpa… no lo busqué, ni ella tampoco… ¡solo pasó!
–…
–…Creo que si la quiero
– ¿Qué dices? ¡¿Crees?!
–July… me estoy enamorando de ella…
Julián se dio media vuelta, soltó la pelota y se abalanzo sobre Sam, este lo empujó y lo redujo rápidamente, siguieron golpeándose en el suelo, entonces Julián noto que la nariz le sangraba, se aparto de Sam, pero este volvió a golpearlo. Julián se paró y trató de parar todo, pero Sam volvió a tumbarlo.
Así continuaron por unos minutos.
–Ya basta…
Entonces Julián reunió todas sus fuerzas, y levantó a Sam que parecía agotado, entonces lo empujo hacia atrás. Sam perdió el equilibrio y se tropezó con una piedrecilla, entonces cayó para atrás, de cerebro, y se abrió la cabeza contra el concreto.

Todo fue muy rápido. Julián se quedó parado, contemplando la figura de Samy en el suelo, la cabeza de Sam bañada en un charco de sangre. El silencio, el viento helado que recorría la cancha.

Entonces Julián se fijo que un compañero más había presenciado todo.
– He matado a mi mejor amigo…
–…
Julián comenzó a decir entre sollozos:
–Hoy los vi. Estaba en el baño besándose con Claudia… besándose tan inmundamente… él sabia lo mucho que a mi me gustaba… lo mucho que la quería desde hace tanto tiempo…él no la amaba…yo si…el sabia que esta semana pensaba decirle para que seamos novios…el sabía… y ahora me viene con esto… el sabía…c-como pudo… ¡el sabía!
La asfixia comenzó a invadirlo nuevamente.

–Le diremos a todos que fue un accidente.
El compañero huyo de la escena rápidamente.
Julián permaneció llorando parado frente al cadáver de su amigo.

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